Tal vez por miedo.
A la incertidumbre,
a perder nuestra identidad,
a dejar de ser lo que somos,
a equivocarnos,
a necesitarlo después,
a tener una opción menos,
a sentir un vacío,
a volver a empezar.
Soltar da miedo, pero debemos entender lo siguiente:
No podemos esperar a que se nos quite el miedo para empezar a soltar.
Soltar aún teniendo miedo es la respuesta.
Está bien bien dudar,
está bien que duela,
está bien sentir que algo nos falta.
Porque soltar requiere de valentía
y la valentía requiere de vulnerabilidad.
Pero vale la pena intentarlo, porque del otro lado hay una hermosa recompensa llamada libertad.
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