Ese niño pequeño puede aflorar de las profundidades de nuestra conciencia
y pedir nuestra atención.
Si eres consciente, oirás su voz pidiendo ayuda.
En ese momento, en lugar de contemplar un bello amanecer,
vuelve a ti mismo y abraza tiernamente al niño herido que hay en tí.
«Inspirando, vuelvo con el niño herido que hay en mí;
espirando, cuidaré muy bien de mi niño herido»
Para cuidar de nosotros mismos, debemos volver y cuidar del niño herido
que hay en nuestro interior.
Debes practicar cada día el volver a tu niño herido.
Abrazarlo tiernamente, como si fueras un hermano o una hermana mayor.
Y tendrás que hablarle.
Y también puedes escribir una carta al niño pequeño que hay en ti,
de dos o tres páginas, para decir que reconoces su presencia y que harás todo lo posible
para curar sus heridas.
Cuando hablamos de escuchar con compasión, normalmente creemos
que se refiere a escuchar a otra persona.
Pero también debemos escuchar al niño herido que hay en nuestro interior.
Está en nosotros aquí, en el momento presente.
Y podemos curarlo ahora mismo.
«Mi querido niño herido, estoy aquí por ti, listo para escucharte.
Por favor, cuéntame tu sufrimiento, muéstrame todo tu dolor.
Estoy aquí, escuchándote de verdad»
Y si sabes volver a él, escucharle cada día durante cinco o diez minutos,
la curación tendrá lugar.
Cuando subas una bella montaña invita al niño que hay dentro de ti
a subir contigo.
Cuando contemples una hermosa puesta de sol, invítale a disfrutarla contigo.
Si lo haces durante algunas semanas o meses, el niño herido que hay en ti se curará.
La plena conciencia es la energía que puede ayudarnos a hacerlo"
Thich Nhat Hanh
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