Ese parece ser el lema de nuestra época materialista: «Solo un poco más». O para decirlo de otra manera: «Demasiado, nunca es suficiente». Porque nos hemos condicionado para no estar nunca satisfechos con lo que tenemos.
Recuerdo a un atleta profesional que jugaba para mi equipo favorito. Llamémoslo el Sr. H. Después de firmar el contrato más lucrativo en la historia de su disciplina, rebosaba gratitud por lo mucho que su equipo lo valoraba a él y a su talento. Unas semanas después, un jugador de un equipo rival fue recompensado con un contrato aún más grande. De repente, el Sr. H ya no estaba ni feliz ni agradecido, pues ya no era el jugador mejor pagado en la liga, entonces… ¡comenzó a quejarse! A igual que el rico hombre de negocios, él quería más.
Sin embargo, esta trampa no es solo para los increíblemente ricos. Recuerdo que, al principio de mi carrera, siempre que recibía un aumento de sueldo, me sentía emocionado y agradecido. Sin embargo, después de unas semanas me acostumbraba al nuevo cheque y me impacientaba esperando por mi próximo aumento de sueldo. Incluso si mi jefe hubiera decidido triplicar mi salario, en poco tiempo eso no habría parecido suficiente.
Entonces, ¿cómo vamos a lidiar con esta tendencia tan humana? ¿Debemos resignarnos a sentirnos continuamente insatisfechos y descontentos? Al estudiar la Biblia, he descubierto un enfoque muy diferente, que incluye el aprender a encontrar satisfacción en todo lo que tenemos. Estas son algunas de las cosas que enseña:
1. En realidad, nunca habrá suficiente. El rey Salomón de Israel, autor de la mayor parte del libro de Proverbios, adquirió una riqueza inimaginable y, sin embargo, comprendió la trampa de querer «solo un poco más». Escribió: «Así como la Muerte y la Destrucción nunca se sacian, el deseo del hombre nunca queda satisfecho» [Proverbios 27:20 NTV].
2. Las riquezas son temporales en el mejor de los casos. Hay un dicho que dice: «Lo que rápido llega rápido se va», y eso ciertamente se aplica a la riqueza material que se puede perder tan fácilmente como se ganó. «No te desgastes tratando de hacerte rico. Sé lo suficientemente sabio para saber cuándo detenerte. Las riquezas desaparecen en un abrir y cerrar de ojos, porque les saldrán alas y se irán volando como las águilas» [Proverbios 23:4-5 NTV].
3. Vivir correctamente trae una recompensa duradera. El dinero no puede comprarlo todo, incluida la alegría interior y la sensación de satisfacción por una vida bien vivida. Al mismo tiempo, el énfasis excesivo en las riquezas puede traer sufrimiento. «En la casa del justo siempre hay abundancia; en las ganancias del impío siempre hay problemas» [Proverbios 15:6].
4. Aprender a estar contento en todas las circunstancias. El apóstol Pablo experimentó tanto la prosperidad como la pobreza durante su vida. Escribió: «He aprendido el secreto de vivir en cualquier situación...» [Filipenses 4:12]. En el proceso, Pablo concluyó que «Pero la piedad es una gran ganancia, cuando va acompañada de contentamiento... porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual algunos, por codiciarlo, se extraviaron de la fe y acabaron por experimentar muchos dolores» [1 Timoteo 6:6,10 RVC].
Robert J. Tamasy
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