Vivimos en una época de grandes cambios. Tal vez siempre ha sido así.
Muchas personas con las que hablo están pasando por grandes cambios y dificultades en sus vidas personales. Ya nada les hace sentido. Todo ha sido puesto en duda. Se sienten perdidos, viviendo una vida que ya dejó de ser realmente la de 'ellos'. Esta fue mi experiencia de muchos años.
La crisis no es inherentemente 'mala' - la crisis significa cambio. Significa que la serpiente está cambiando de piel. Las viejas formas, las identidades estancadas, ya no encajan hoy en día. Ahora sabemos que no pueda haber una real transformación sin dolor. Acordémonos de Jesús en la cruz o del Buda antes de su iluminación.
El cambio es inevitable y natural, y la invitación siempre presente es ponerle atención al dolor que esto implica, a dar la bienvenida a ese momento, como si lo hubiéramos elegido, aunque no haya sido así.
Vivimos en tiempos de crisis, tanto a nivel personal como a nivel mundial, pero cuando la crisis es enfrentada, cara a cara, deja de ser un desastre, deja de ser un obstáculo para la paz, deja de ser inherentemente depresiva, y se convierte en una oportunidad, en un punto de inflexión, en una invitación para soltar el sueño de cómo 'debían' ser las cosas, y para alinearnos completamente con todo, tal y como realmente es.
Escondido en el corazón de incluso la más profunda crisis, hay una paz más allá de la comprensión, una paz inmutable que proviene de fluir incesantemente en el cambio.
Jeff Foster
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