En
ocasiones los peores encuentros que tenemos se convierten en una
maravillosa guía espiritual. Por ejemplo, yo una vez tuve una acalorada
discusión con una mujer que atendía un negocio de renta de autos. Ella
sentía la necesidad de hacer ostensible su poder y se esforzó en
complicarme las cosas. Mi propia reacción no fue mejor que su exabrupto.
Sentí la necesidad de responder a mi vez con el poder que yo tenía,
amenazándola con llamar al gerente para presentar una queja. Y eso fue
justo lo que hice.
Incluso horas después de haber presentado mi
reclamo ante la oficina corporativa y el gerente regional, no me sentía
mejor. Había pensado que quejarme por lo mal que me habían tratado me
ayudaría a superar la mala experiencia. Pero en realidad me hizo sentir
peor. Así que me puse a explorar qué lección podía obtener de esto. Ya
en un espacio de quietud, escuché a mi voz interna recitar uno de los
cinco sutras de Yogui Bhajan para la Era de Acuario: "Reconoce que la
otra persona eres tú". Me sorprendió cómo guío mi interior: el mensaje
era muy claro e hizo un gran eco en mí.
Entonces me puse a
explorar cómo me reflejaba en esa enojada representante de servicio al
cliente. Me di cuenta de que su comportamiento era simplemente un
reflejo de una parte de mi propia sombra que yo no estaba viendo. En esa
contemplación silenciosa, fui capaz de aceptar que en el fondo había
una parte de mí que quería controlar la situación y el resultado. Era
justo la misma característica que la representante de servicio al
cliente había mostrado. Su arraigada necesidad de tener el control se
topó frente a frente con mi propia necesidad de tener el control.
El poder de la compasión
En el momento en que me percaté de que su dolor y sufrimiento eran míos
también, llegó la compasión. Experimenté una profunda sensación de amor
y conexión hacia esta mujer, con la que había peleado sólo unas horas
antes. Sentí compasión por su tristeza, su impotencia y su necesidad de
tener el control. Luego dirigí esa compasión hacia mí misma. Honré esos
lugares oscuros dentro de mí que todavía sentían la necesidad de
controlar, de ejercer el poder, y liberé un dolor que no había sentido.
Otro de los cinco sutras de Yogui Bhajan para la Era de Acuario
sostiene: "Entiende a través de la compasión o malinterpretarás los
tiempos". Este sutra estuvo rondando mi mente mientras sanaba mi
percepción falsa de la mujer del negocio de renta de autos. Sentir
compasión me permitió reconectarme con lo que es real, con lo que nos
conecta y con la razón por la que estamos aquí: amar y ser amados.
Cuando elegimos disolver todas las barreras con amor, comenzamos a vivir
de verdad.
El punto central de este mensaje es que incluso los
extraños pueden brindarnos oportunidades para poder ver las partes
ensombrecidas de nosotros mismos que queremos mantener escondidas. En Un
curso de milagros se nos enseña lo siguiente: "Lo que está escondido
puede asustar no por lo que es, sino porque está oculto". El problema no
es lo que escondemos, sino que no estamos dispuestos a sacarlo a la luz
para lidiar con ello. Los momentos milagrosos en los que nos
convertimos en testigos de la sombra de nuestro ego son los momentos en
los que podemos entregarnos. Deja que la gente sea un espejo que te
refleje, mostrándote lo que debes trabajar en ti mismo.
La
próxima vez que alguien te exaspere, observa tu reacción y recuerda que
las características que te disgustan de esa persona son una parte de tu
sombra que no reconoces. En quietud, deja que tu guía interior te
enseñe qué es lo que necesitas liberar. Mantente dispuesto a reconocer
que la otra persona eres tú, entiende a través de la compasión y permite
que los otros sean tus mejores maestros.
La unidad, la
compasión y el amor son lo que necesitamos para conectarnos y servir al
mundo. Vivimos tiempos en los que la separación y los ataques han
destruido culturas y comunidades, acabando con incontables vidas. Sin
importar en qué parte del mundo te encuentres, estás sintiendo el efecto
de la separación. Todos tenemos que jugar un papel en la sanación de la
energía del mundo, para que la balanza deje de inclinarse hacia la
negatividad. Somos responsables de sanar nuestras falsas percepciones de
los otros, moviéndonos desde un espacio de compasión y gracia.
Gabrielle Bernstein
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