Cuando hacemos referencia a la competencia en los negocios por lo general pensamos en términos de ventaja sobre nuestros competidores, a través de los productos y servicios que ofrecemos, nuestro servicio al cliente u otros factores que nos permiten aumentar nuestra cuota de mercado. Siempre que está presente una condición que nos permite obtener una ventaja competitiva, sabemos que es aconsejable tomarla.
Sin embargo, un amigo mío, Cliff Jones, presenta una perspectiva muy diferente de la competencia y cómo sacar provecho de la desgracia del competidor. En su libro, Ganando a través de la Integridad, Cliff incluye la historia de Robert Ingram, propietario de dos estaciones de radio, una de los cuales estaba especializada en música clásica. Ingram tenía el monopolio de la programación de música clásica en su ciudad, hasta la aparición de un competidor. La estación del competidor tenía programación similar y amenazaba parte significativa de las ventas de publicidad e ingresos de la emisora de Ingram.
Un día, los fuertes vientos derribaron una torre de transmisión de la emisora rival. Muchos en lugar de Ingram celebrarían la mala suerte del competidor. Él, sin embargo, optó por un camino diferente. En lugar de esperar el fracaso de la emisora, envió un ingeniero de su empresa para ayudar a recuperar los daños y hacerla funcionar otra vez.
Cuando le preguntaron por qué lo hizo, sabiendo que si no hubiera hecho nada probablemente habría eliminado a su competidor, la respuesta de Ingram fue simple y honesta: "Porque yo tenía lo que él necesitaba para sobrevivir."
En la Biblia encontramos esta profunda verdad: "Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis" (Santiago 2:08). En el caso de Ingram, él podía haber utilizado el problema del competidor para obtener ventajas. Pero se dio cuenta que si la circunstancia fuera contraria, le gustaría recibir asistencia similar.
Frecuentemente, en nuestro exigente mundo de los negocios, lleno de presiones y orientado a los resultados, estamos dispuestos a hacer cualquier cosa para garantizar una venta importante, conseguir la firma de un contrato o debilitar a los competidores. La idea de ofrecer ayuda en momentos de necesidad raramente ocurre. Sin embargo, si nos comprometemos a llevar a cabo nuestro negocio con integridad - y compasión - manteniendo el foco en los intereses de aquellos con quienes nos encontramos, tal vez sea necesario un cambio radical en nuestra forma de pensar.
Otro pasaje de la Biblia dice: "Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros."(Filipenses 2:3-4).
Eso puede parecer difícil y lo es. No podemos estar seguros de la próxima venta o de la finalización del próximo contrato. Pero si la integridad es nuestra prioridad, sabemos lo qué hay que hacer, incluso cuando es difícil.
Sin embargo, un amigo mío, Cliff Jones, presenta una perspectiva muy diferente de la competencia y cómo sacar provecho de la desgracia del competidor. En su libro, Ganando a través de la Integridad, Cliff incluye la historia de Robert Ingram, propietario de dos estaciones de radio, una de los cuales estaba especializada en música clásica. Ingram tenía el monopolio de la programación de música clásica en su ciudad, hasta la aparición de un competidor. La estación del competidor tenía programación similar y amenazaba parte significativa de las ventas de publicidad e ingresos de la emisora de Ingram.
Un día, los fuertes vientos derribaron una torre de transmisión de la emisora rival. Muchos en lugar de Ingram celebrarían la mala suerte del competidor. Él, sin embargo, optó por un camino diferente. En lugar de esperar el fracaso de la emisora, envió un ingeniero de su empresa para ayudar a recuperar los daños y hacerla funcionar otra vez.
Cuando le preguntaron por qué lo hizo, sabiendo que si no hubiera hecho nada probablemente habría eliminado a su competidor, la respuesta de Ingram fue simple y honesta: "Porque yo tenía lo que él necesitaba para sobrevivir."
En la Biblia encontramos esta profunda verdad: "Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis" (Santiago 2:08). En el caso de Ingram, él podía haber utilizado el problema del competidor para obtener ventajas. Pero se dio cuenta que si la circunstancia fuera contraria, le gustaría recibir asistencia similar.
Frecuentemente, en nuestro exigente mundo de los negocios, lleno de presiones y orientado a los resultados, estamos dispuestos a hacer cualquier cosa para garantizar una venta importante, conseguir la firma de un contrato o debilitar a los competidores. La idea de ofrecer ayuda en momentos de necesidad raramente ocurre. Sin embargo, si nos comprometemos a llevar a cabo nuestro negocio con integridad - y compasión - manteniendo el foco en los intereses de aquellos con quienes nos encontramos, tal vez sea necesario un cambio radical en nuestra forma de pensar.
Otro pasaje de la Biblia dice: "Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros."(Filipenses 2:3-4).
Eso puede parecer difícil y lo es. No podemos estar seguros de la próxima venta o de la finalización del próximo contrato. Pero si la integridad es nuestra prioridad, sabemos lo qué hay que hacer, incluso cuando es difícil.
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