Sino que empiezas a conocerte a ti mismo/a como la
Vida en sí misma.
Y te tornas hacia el lugar de la herida,
Y lo inundas con atención,
Lo que significa amor.
Y quizás la herida esté siempre contigo,
Tal vez camines siempre con la herida,
Pero ahora, la abrazas.
Ella no te contiene a ti.
Tú eres el contenedor, no el contenido.
La herida ya no te controla,
Porque ahora está siendo rociada con consciencia,
Bañada de Ti,
Amada por Ti,
Incluso celebrada por Ti.
No te sanas ‘del’ trauma,
Encuentras la sanación “en” el trauma,
Te encuentras a ti mismo en el centro sagrado del trauma:
Eso que está siempre presente,
Eso que puede sostener incluso los estados de sentimientos más intensos,
Y sobrevivir.
Eso que es Indestructible,
Eso que es Infinito
Eso tan Poderoso: Tú.
El trauma en sí mismo se convierte en un portal hacia Dios,
A lo Absoluto,
A la seguridad de Ti Mismo.
Y entonces llorarás de alegría,
Y llorarás de tristeza,
Y llorarás de alivio,
Y llorarás en la revelación:
“Sí, estoy roto, ¡pero estoy completo!
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