El año pasado mi mamá tuvo un infarto cerebral que la dejó paralizada de su lado derecho (es decir el infarto fue en el lado izquierdo), después de un primer mes muy difícil, y los meses subsiguientes empezamos a ver la recuperación de la movilidad, pasamos como familia por toda clase de sentimientos, tristeza, miedo por desconocimiento de lo que pasaba, adaptación, cansancio, desesperanza, esperanza, alegría y celebración de los pequeños logros, etc.
Hemos podido, gracias a Dios, ofrecerle a mamá médicos, rehabilitación, enfermeras y cuidados amorosos de sus hijos, nietos, familia de sangre y cristiana, así que estamos tranquilos en cuanto a saber que el cuidado que recibe la hace sentir segura que su proceso de recuperación va avanzando día con día con el favor de Dios.
También el año pasado por primera vez en mi vida me quebré un hueso del pie, que me puso a "descansar" mi pie por dos meses, así que anduve con bastón, silla de ruedas, carritos eléctricos, para poder moverme, gracias a Dios también ya esa etapa pasó, y casi casi al mismo tiempo que empecé a caminar libremente (aunque con miedo) sin férula ni bastón, mamá también empezó a dar señales de mejoría en su movilidad.
Ambas hemos aprendido a dar nuevos pasos con más atención, con cuidado, con nuevas fuerzas y con ayuda. Seguimos aprendiendo a ser conscientes de nuestras pisadas, como acomodar mejor los pies para sentirnos seguras e incluso detenernos a pensar cuál pie es el que se debe poner primero para dar mejor el paso.
Estamos tan acostumbrados a caminar normalmente que tener la oportunidad de aprender nuevamente con paciencia es una bendición que agradecemos. El proceso no ha sido de la noche a la mañana, pero hemos aprendido a ver y maravillarnos del hermoso cuerpo que Dios nos ha dado y como éste puede ir recuperándose poco a poco. Con mamá aún hay un camino que seguir paso a paso, celebramos cada nuevo movimiento, aunque a veces hay dolor, sabemos que pronto se irá también.
Qué bendición son los nuevos pasos, pero la realidad es que todos nosotros, tú también, tenemos la oportunidad de dar nuevos pasos, de rectificar, de volver a empezar, de volver a experimentar nuestros pasos como si fuera la primera vez, como un infante que apenas camina.
Imagina por un momento que un frasco de vidrio se quebró en pequeños pedazos y tu estás descalzo, ¿cómo serían tus pasos para evitar lastimarte? Seguramente serías muy consciente de tus pies, y pondrías toda tu atención a las sensaciones del pie. Bueno eso es dar nuevos pasos, así es ser consciente, de hecho es recomendable caminar descalzos y conscientes en el jardín (en el zacate), es increíble sentir como este pequeño ejercicio puede hacer tanto por nuestro cuerpo entero y nuestro corazón, ahora imagina que caminas conscientemente todos los días, eso es alimento para tu cerebro.
Gracias a Dios por la maravillosa creación que es el cuerpo humano, porque existe la recuperación, y porque siempre podemos volver a empezar a caminar libremente, conscientes que cada paso nos brinda dignidad, libertad y estabilidad.
Edith Reyna-Villarreal
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