Se aproximan las fechas
navideñas y con ellas una auténtica vorágine. Para algunos son fechas
de una alegría y gozo, para otros una tortura y para el resto una mezcla
de todo. Como dijo Mario Benedetti, en toda alegría hay algo de
tristeza, y en toda tristeza hay algo de alegría.
Son días de un
carrusel de emociones a flor de piel. Alegría, gozo, compañía, cercanía,
seres queridos, personas a las que vemos menos de lo que nos gustaría,
otras a las que no nos gustaría ver, recuerdos, tristezas, angustias,
relaciones familiares problemáticas, tensiones, gasto, ceremonias,
protocolos, obligaciones, y así un sinfín de circunstancias. Dentro de
este crisol navideño, ¿cómo nos gustaría vivirlas?, ¿nos arrastra la
inercia?
Proponemos una serie de sugerencias para vivirlas con presencia y una actitud renovada:
1 Ser conscientes de nuestras compras. Una ayuda puede ser a la hora de
comprar hacernos las siguientes preguntas, ¿para qué lo compro?, ¿a
quién lo compro?, ¿a quién beneficia e incluso a quién perjudica?, ¿qué
pasa si no lo compro?, ¿qué deseo hay detrás?, ¿por qué lo compro? Son
interrogantes que nos pueden ayudar a tomar decisiones más sabias y no
entrar en la dinámica de comprar por comprar.
2 No aparentar lo
que no somos ni lo que no sentimos. En ocasiones intentamos aparentar
personajes o roles que no tienen nada que ver con nuestros valores,
pensamientos, creencias o emociones. A su vez también intentamos
mostrarnos emocionalmente de una determinada manera, cuando por dentro
sentimos lo contrario. El sustentar por un tiempo prolongado una de
estas máscaras tiene un gran coste y un derroche de energía.
3
Aceptación y Ecuanimidad, que no resignación, decir si a lo que hay en
cada instante. Estas navidades son las que hay, sin dejarnos avasallar
por pensamientos comparativos con navidades pasadas, con los que ya no
están. Centrarnos en vivirlas tal como son con toda su plenitud. Ser
capaces de darnos cuenta de todo el paisaje y de todos los matices. No
dejarnos engullir por las mareas que nos llevan a los extremos de o todo
bueno o todo malo.
4 Cuidar de nuestras emociones. Es habitual
que se nos muevan cosas en nuestro interior, que quizás tengamos
emociones contradictorias. Como bien sabemos, una emoción puede teñir
toda nuestra experiencia. Hacernos conscientes de ellas y no permitirles
arrastrarnos, acogiéndolas con ecuanimidad y amabilidad, puede ser una
buena base para vivir estas fiestas más sosegados y en paz.
5
Mente de principiante: Percibir cualquier actividad como si fuese la
primera vez. Dejarnos sorprender por las personas, por un villancico,
por una comida, por un belén, por una conversación, por la cara de un
niño, por acciones solidarias, por las inclemencias meteorológicas, por
todas las cosas que creas conveniente. Salir del piloto automático en el
que solemos vivir y que no deja que apreciemos la realidad. Soltar las
expectativas y como nos gustaría que fuesen, y centrarnos en vivirlas
como son.
6 Gratitud: Practicarla con frecuencia, hacia lo que se
va desplegando delante de nosotros. Si nos damos cuenta, tenemos una
abundancia muy superior a lo que creemos. La gratitud que no es
automática nos conecta con lo mejor de nosotros mismos.
7 Atender
el cuerpo. Con frecuencia solemos cometer excesos en estos días.
Podemos notar y sentir nuestro cuerpo, sus señales, y adaptarnos a las
circunstancias más sabiamente. Conviene hacer una mirada más amplia de
cualquier actividad que realicemos, ver qué emociones están detrás, y
que autoexigencias nos imponemos, para tomar decisiones más sanas para
nosotros mismos. Pasear por la naturaleza se puede convertir en una
fuente de salud. Escuchar sus sonidos, olores, vistas, sensaciones en la
piel, en nuestros pies al caminar para salir de nuestra mente parlante.
8 Altruismo y compasión: Mirar el modo de realizar alguna acción en
beneficio de los demás, en especial de los que sufren, es un buen modo
de ayudarles a ellos y a nosotros mismos.
9 Regalar nuestra
presencia: Otra de las maneras con las que podemos hacer un bien es
“estar” con nuestras personas queridas. Sin sentirnos en la obligación,
escucharles, estar disponibles y accesibles, abandonando los juicios,
nuestros propios ruidos mentales, nuestra necesidad de arreglar la vida
de los demás y de dar tanto consejo.
10 Practicar meditación. No
olvidar dejarnos un tiempo para nosotros mismos, para estar en silencio y
quietud interna con nuestra intimidad. Podemos dejar resonar el deseo
de felicidad para el resto de seres y para nosotros mismos.
Los que
decidimos como estar en las próximas Navidades somos nosotros mismos
independientemente de las circunstancias que nos toquen, la actitudes
con las que las afrontemos pueden hacer que sean plenas y saludables, o
pueden ser un martirio. Tal vez influenciados por los medios de
comunicación y por lo que se suponen que deben ser las fiestas, nos
olvidemos de preguntarnos el cómo queremos vivirlas.
Un último apunte, ¿podemos prolongar la Navidad todo el año?
Carlos Herrero Osés
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