Una serendipia es ...

Una serendipia es un descubrimiento o hallazgo afortunado e inesperado. Así que espero que lo que aquí encuentres sea afortunado y útil para tu crecimiento, además que sea inesperado pues siempre se recibe todo gratamente cuando no tienes expectativas.

08 enero 2015

La vida es un arma de dos filos

Hoy he sido testigo de la montaña rusa emocional de un ser humano enfermo y quebrado por la vida. Primero participé de su inmensa alegría y después de la tristeza más profunda. La dicha inesperada duró apenas unas horas. La amargura llegó también de repente, de la mano de alguien muy cercano a esta persona que, de un sablazo, desplumó esa felicidad efímera amparándose en la aséptica realidad.

Nadie tiene espacio entre esas dos almas tan cercanas como para juzgar, criticar o interpretar su día a día, sus porqués y sus razones. Nadie pasa 24 horas al día con el otro como lo hacen ellos, bajo circunstancias complicadas y dolorosas, viendo como la energía y la salud se van esfumando poco a poco y cómo el desgaste de la enfermedad se va instalando cómodamente. Nadie como ellos dedica los días a buscar dónde poner la atención y pasa las noches en vela atrayendo al sueño de todas las maneras posibles.

La vida es a menudo un arma de doble filo: suave, roma y bien pulida por un lado, afilada, hiriente y fría por el otro. Y a veces, los dolores más incisivos llegan asestados por alguien muy querido. Recuerdo a un profesor que, cuando nos veía llorar avergonzados por las reprimendas que nos dedicaba, nos decía alto y fuerte: “¡Quién bien te quiere te hará llorar!” Jamás pude entender aquello. De hecho siempre sentí que aquel pobre hombre ni nos quería a nosotros lo más mínimo ni se quería a sí mismo. Hoy soy mayor y sé que nadie que me quiera bien puede hacerme llorar de dolor a sabiendas de que me va a herir, y que ningún aprendizaje valioso va a venir de manos de una puñalada en el pecho asestada por quien yo más quiero. Eso no es amor. Eso es frustración, reproche, ira, enfado, rencor, egoísmo… Amor no.

Hay maneras y maneras de decir las cosas. Vomitarlas a bocajarro es sólo una de ellas y no necesariamente la más beneficiosa. La realidad puede ser dura, terrible, tremendamente incisiva y sin embargo podemos presentarla de un modo amable y tierno para que el golpe llegue amortiguado. Podemos revestirla de palabras suaves, de gestos cálidos, de una actitud respetuosa y serena, eligiendo bien el lugar y el momento. Si podemos comunicarnos con tacto y delicadeza, ¿por qué hacerlo con inquina y con crudeza? Y si el alma o el cuerpo de la persona a la que nos dirigimos están ya de por sí heridos, ¿no deberíamos con más razón afanarnos en la caricia y el cuidado?

Aprendí que hasta las malas noticias se pueden teñir de notas de color. ¿Cómo? Empleando la técnica del sándwich: aportando primero un toque positivo; entregando a continuación lo menos agradable y empleando para ello una formulación lo más afectuosa posible, lo cual no significa caer en la falsedad ni en la mentira; finalmente terminar con otro toque amable de manera que el cierre sea alentador. Entonces hasta la noticia más cruda puede tragarse y digerirse.

Esto se llama también empatía, que según el diccionario de nuestra RAE significa “Identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro.” Ser empático con el otro es una de las herramientas básicas del coaching que debería ser empleada a diario por todos nosotros.

Si tenemos cuentas pendientes y esa energía bloqueada nos impide mostrarnos empáticos y cuidadosos, tal vez deberíamos sentarnos frente al espejo primero y empezar por acariciarnos a nosotros mismos.  El dolor gratuito es innecesario y la ilusión del otro es un delicado tesoro que sólo el amor y el respeto pueden gestionar saludablemente.


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