A veces nos involucramos tanto en los grandes asuntos de la vida que no tenemos tiempo para los pequeños actos de amabilidad que dan tanto gozo a la gente. El filósofo norteamericano William James escribió: "Ya he terminado con las grandes cosas y con los grandes planes, las grandes instituciones y el gran éxito. Estoy interesado en las fuerzas humanas pequeñas, invisibles y amorosas que obran de persona a persona y que se introducen por las hendiduras del mundo igual que tantas raicillas... las cuales, si se les da tiempo, (rompen) los monumentos más duros del orgullo..."
No se necesita mucho esfuerzo para poner en práctica el amor con las personas que están obsesionadas consigo mismas, endurecidas por el orgullo y pidiendo a gritos amor, respeto y ayuda. Una palabra amable y un pequeño acto de compasión, como una taza de café o proporcionar una conversación amable, es todo lo que se necesita. Tú puedes hacerlo, y el impacto puede ser impresionante.
Pero no son solamente "ellos". Nuestros amigos más cercanos, y nuestros más queridos hermanos necesitan una atención amorosa también.
La madre Teresa dijo: "Las palabras amables pueden ser cortas y fáciles de pronunciar, pero sus ecos no tienen fin". Pablo lo expresó así: "... sed bondadosos unos con otros, misericordiosos..." (Efesios 4:32).
Mira a tu alrededor. Mira a tu compañero de estudios, a tu mejor amigo, a tu compañero de trabajo. Identifica una necesidad. Luego disponte a satisfacerla. Tomate el tiempo, hazlo. Cuando lo hagas mostrarás el amor a alguien que podría necesitarlo más de lo que te puedes imaginar.
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