¿No es acaso la misión principal de la educación el ofrecer a la niñez la oportunidad de potencializar lo mejor en ellos?
Diversos estudios han demostrado que los niños pequeños que son animados a cooperar con otros en la escuela son capaces de mejorar sus resultados académicos e involucrarse en comportamientos “pro-sociales”, en otras palabras, conductas que promueven resultados positivos para con otros. Por ejemplo, un estudiante mayor que es puesto a cargo de ayudar a uno más joven con sus estudios. Investigaciones han demostrado que no solamente aquel quien está siendo ayudado demuestra un progreso en sus resultados sino que también el estudiante mayor muestra avances considerables en sus resultados académicos, aún y cuando no hubiera sido un buen estudiante de principio. Esta observación, que sorprendió a los investigadores, se puede explicar como el resultado del sentido de responsabilidad que sintió el alumno mayor: este sentimiento lo inspiró a repasar las lecciones de años anteriores y lo impulsó a poner mayor empeño en sus estudios actuales. Por tanto, cuando la responsabilidad de ser tutor es dada a un alumno mayor, no solo mejora el alumno tutoreado sino también el tutor.
Durante un seminario reciente acerca de la psicología de la felicidad, en el cual participé en Bruselas, Jacques Lecomte (autor de la primera introducción global acerca de la psicología positiva en francés) reportó que se encontró que en las clases en las que se practica el aprendizaje cooperativo, los estudiantes tienen mayor autoestima, están más motivados para aprender, son más capaces de realizar razonamientos complejos, obtienen mejores notas, son más respetuosos con los maestros, son percibidos como más comprensivos y cooperativos y demuestran un mayor comportamiento altruísta; en un salón de clases como este, también se notó un descenso de acoso (bullying), violencia y addición a las drogas.
Para los estudiantes, un buen maestro es aquel que no solo sabe como enseñar sino que también ejemplifica una serie de cualidades humanas como la capacidad de escuchar, bondad, disponibilidad, etc. Un maestro así, es alguien que les imparte a sus estudiantes un sentido de responsablidad y los coloca en situaciones capaces de ayudar a los otros. Además, se descubrió que cuando los educadores muestran empatía, el cumplimiento académico de los estudiantes mejora notablemente y en cambio, la violencia intrapersonal y el vandalismo declinan bruscamente.
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