La paciencia es una forma de sabiduría.
Demuestra que comprendemos y aceptamos el hecho de que las cosas se despliegan cuando les toca.
Un niño puede intentar ayudar, rompiendo la crisálida, a que una
mariposa salga aunque por regla general, la mariposa no resulte en nada
beneficiada por el esfuerzo. Cualquier adulto sabe que la mariposa sólo
puede salir al exterior cuando le llega el momento y que no puede
acelerarse el proceso.
De la misma manera, cuando practicamos la
atención plena, cultivamos la paciencia hacia nuestra propia mente y
nuestro propio cuerpo.
De forma expresa, nos recordamos que no hay
necesidad alguna de impacientarnos con nosotros mismos cuando
encontramos que nuestra mente se pasa el tiempo juzgando, o cuando
estamos tensos, nerviosos o asustados, o cuando practicamos durante
algún tiempo sin aparentes resultados positivos... Nos hemos concedido
un espacio para tener esas experiencias... ¿Por qué?
¡Porque de
todas maneras las vamos a tener! Cuando lleguen, constituirán nuestra
realidad, serán una parte de nuestra vida que se despliega en ese
momento, de modo que tratémonos a nosotros mismos tan bien al menos como
trataríamos a la mariposa.
¿Por qué pasar a la carrera por algún momento para llegar a otros “mejores”?
Después de todo, cada uno de ellos constituye nuestra vida en ese
instante. Cuando practicamos nos encontramos con que una de las
actividades favoritas de la mente es vagar por el pasado y el futuro, y
perderse en pensar.
Algunos de sus pensamientos son agradables; Otros, dolorosos y generadores de intranquilidad.
En cualquiera de los casos, el mero hecho de pensar, ejerce un fuerte
tirón en nuestra conciencia. La mayoría de las veces nuestros
pensamientos arrollan la percepción del momento actual y hacen que
perdamos nuestra conexión con el presente.
La paciencia puede ser
una cualidad especialmente útil para invocarla cuando la mente está
agitada y puede ayudarnos a aceptar lo errática que es, recordándonos
que no tenemos por qué ser arrastrados en sus viajes. La práctica de la
paciencia nos recuerda que no tenemos que llenar de actividad e ideas
nuestros momentos para que se enriquezcan.
En realidad, nos ayuda a recordar que lo que es verdad es precisamente lo contrario.
Tener paciencia consiste sencillamente en estar totalmente abierto a
cada momento, aceptándolo en su plenitud y sabiendo que, al igual que en
el caso de la mariposa, las cosas se descubren cuando les toca.
Jon Kabat-Zinn
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