Hay una sensación de fondo muy habitual en nuestra vida: siempre
estamos “tratando de llegar a alguna parte”. Parte de esto procede de
nuestra naturaleza biológica: Para sobrevivir los animales, nosotros
incluidos, están orientados hacia una meta, inclinados hacia el futuro.
De hecho, es importante plantearse objetivos, planificar
razonablemente, mirar hacia adelante… Pero también es importante
comprender que, si nos focalizamos excesivamente en el futuro de forma
que la vida se convierta en una lucha constante para realizar la próxima
tarea o escalar la próxima montaña, el hecho mismo de “vivir” se
transforma en algo confuso y estresante: Hay una sensación de presión,
de preocupación por un futuro que es incierto.
El día a día pierde
su frescura para transformarse en algo superficial sin entidad en sí
mismo; tan sólo un es un “lugar de paso”. Hay una falta de tranquilidad y
equilibrio que procede de sentirse profundamente incompleto, inacabado y
errante…
La luz que indica la salida de este laberinto brilla en un
lugar de tu conciencia: Allí donde se abre paso la certeza de la
verdad; Allí donde se experimenta una intuición profunda… En realidad,
YA HAS LLEGADO…
Ya llegué, ya estoy en casa… Mi destino está en cada paso con paz y libertad.
Thich Nhat Hanh
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