¿Recuerdan la historia del sapo que se convirtió en príncipe cuando le dieron un beso?
Les tengo muy buenas noticias. ¡Ustedes tienen un sapo en su
interior! Es su compulsión y ha estado esperándolos toda la vida para
ser reconocida como algo más que un simple sapo. Ha estado esperándolos
para convertirse en su guía de regreso a la verdadera alegría y paz
profunda y que es su derecho de nacimiento.
¿Demasiado bueno para ser verdad? Es lo que yo solía pensar. Mi sapo
estaba comiendo en exceso. ¡En una ocasión llegué a subir 44 kilos en un
año! Creo que llegué a intentar todas las dietas que había bajo el sol,
cada píldora, cada inyección y cada terapia. Una vez, incluso dejé de
comer por cuatro semanas, sólo para volver a mi antigua práctica de
comer en exceso. Creí que nada de esto me funcionaba porque no me había
logrado comprometer lo suficiente. ¡Creí que todo el mundo podía
lograrlo, menos yo! Me dispuse a intentarlo con mucha más fuerza, sólo
para caer en una espiral descendente hacia un odio a mi misma, hacia la
confusión y la desesperación. Fue en las profundidades de mi
desesperación que, después de 25 años de rotundo fracaso, finalmente
tuve que admitir que el hecho de tratar de controlar mi compulsión jamás
me generó la paz que tan desesperadamente anhelaba.
Comencé a darme cuenta que tenía que haber otra manera. Esa manera se
fue revelando conforme aprendí a cambiar mi relación con mi compulsión.
En todos esos años de hambre incontrolable y atracones, de controlar
para terminar siendo controlada, mi compulsión se había convertido en mi
enemigo, algo que debía manejar o destruir. ¡Jamás se me ocurrió
considerarla como un príncipe mágico en forma de sapo que había venido a
sanarme! Nunca consideré escucharlo, aprender de él, aceptar su voz
dentro de mi vida, una voz que podría tener la capacidad de guiarme
pasito a pasito hacia mi bienestar.
Así que, aunque no me gustaba nada el sapo de mi compulsión, ¡comencé
a cultivar una relación con él! Me volví curiosa. ¿Cuándo fue que
apareció en mi vida? ¿Qué estaba experimentando mi cuerpo cuando me
interesé en mi compulsión nuevamente? ¿Y qué estaba sintiendo en ese
momento? ¡Y he aquí!!!… cuando aprendí cómo estar presente para mi
compulsión y todos los sentimientos que había estado tratando de
controlar, comencé a sanar.
Entonces, ¿cómo aceptar nuestras compulsiones y verlas como regalos
disfrazados? Exploramos nuestra relación con nuestras reacciones y
nuestras respuestas para poder comenzar a aceptar esas compulsiones. Una
de las habilidades fundamentales que exploramos es la capacidad que
tenemos de escuchar lo que estamos experimentando en este momento.
¿Recuerdas las revistas infantiles que tienen dibujos con objetos
escondidos en distintos lados? ¿Cómo le hacíamos para encontrar esos
objetos escondidos? Buscábamos en todos y cada uno de los objetos sin
dudar nunca que los encontraríamos. Podemos aprender a hacer esto con
nuestras compulsiones y descubrir toda la sabiduría oculta que siempre
está ahí.
¿Es fácil hacer esto en un principio? No. Es algo a lo que no estamos
acostumbrados. Vivimos en nuestras cabezas, siempre tratando de
volvernos a nosotros mismos y a nuestras vidas algo mejor o diferente a
lo que es. Así que vivimos en un sutil, pero a veces muy doloroso
malestar que nos mantiene separados de la paz y la alegría que tanto
anhelamos. Pero tenemos la capacidad de desarticular este mundo de
malestar si escuchamos, y en este caso, nuestras compulsiones son las
que nos van a mostrar cómo hacerlo. ¿Es la vía más rápida para nuestro
sanar? No. Pero como el cuento de la tortuga y la liebre, necesitamos
renunciar a un poco de velocidad y control a cambio de una compasión que
nos permita sentirnos nuevamente a gusto con nuestras propias pieles
allanando el camino para una paz interior que jamás habrá de dejarnos.
Tú también puedes besar al sapo de tu compulsión y convertirlo en un
príncipe. Siéntete dispuesto a preguntarte varias veces al día: “En este
momento, ¿qué estoy experimentando?” Y simplemente experimenta lo que
estás experimentando - el agua que corre por tu espalda cuando te
duchas, la tersura de tus sábanas, la melodía de un pájaro, la calidez y
el delicioso sabor de un café con leche, el ardor en la boca cuando
comes algo muy picante. Ahora bien, esto puede no parecer gran cosa.
Pero cada vez que te sientes dispuesto a experimentar lo que estás
experimentando, estás poniéndote atención a ti mismo y no a lo de fuera.
Y poco a poco, conforme fortaleces el músculo de tu presencia
consciente, puedes aprender cómo estar presente para con tu compulsión,
disolviéndote en ella a través de la luz de tu compasiva atención.
Mary O’Malley
(Este es un artículo traducido por tarsila murguía y basado en el
libro “The Gift of Compulsion: A Revolutionary Approach to
Self-Acceptance & Healing”)
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