Poseer cosas es muy importante en la vida de la gente blanca. Desde el principio te dicen: "Esto es mío, esto es tuyo", "No toques eso porque no es tuyo". Te dicen que te alejes de las cosas por la posesión, y no por respeto.
En los días de antes, nosotros nunca teníamos cerraduras en nuestras puertas.
No existía el robo, pero si alguien tenía hambre, podía entrar a tu
casa y tomar comida. ¿Por qué la gente no tomaba las cosas? Por respeto.
Tú rodeas tu patio con rejas y pagas buen dinero a quien mida
el terreno para ver si la reja del vecino está demasiado cerca de tu
casa.
No regalas nada a menos que recibas algo a cambio. Todo es económico. ¡Con razón la gente blanca necesita casas tan grandes!
No son para habitarlas, sino para almacenar cosas.
Nosotros creíamos que todo era un regalo, y que un buen hombre o una mujer buena compartían esos regalos.
La gente buena pensaba que debían dar, y no que debían recibir. No medíamos a la gente como rica o pobre. ¡No sabíamos cómo!
Cuando los tiempos eran buenos, todos éramos ricos. Cuando los tiempos eran malos, todos éramos pobres.
Medíamos a la gente por cómo compartían.
Las cosas son importantes cuando las necesitamos. Si no las necesitamos, no son importantes.
Nuestros ancestros creían que tú eras dueño de algo sólo mientras lo necesitaras. Luego se lo pasabas a alguien más.
En nuestra forma de vida, todo tenía su uso y luego regresaba a la
tierra. Teníamos tazas y platos de madera, o cosas hechas de barro.
Cabalgábamos o caminábamos. Hacíamos cosas de las cosas de la tierra.
Después, cuando ya no las necesitábamos, las quemábamos o las dejábamos, y regresaban a la tierra.
Ahora ya no podemos hacer eso. Ahora las cosas ya no regresan a la tierra.
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