“Puedes decidir que una relación no valió la
pena si tuvo que terminar en la muerte, dejándote solo. O, puedes darte
cuenta que cada momento tuvo un mayor significado del que te pudiste
atrever a reconocer en ese momento, tanto
significado que te asustó, así que simplemente lo viviste, diste por
sentado el amor y las risas de cada día, y no te diste la oportunidad de
considerar su carácter sagrado.
Pero cuando todo ha terminado
y te encuentras solo, comienzas a ver que no se trató sólo de ir al
cine y cenar juntos, ni de ver juntos los atardeceres, no fue sólo
fregar el suelo y lavar los platos juntos o preocuparse por la excesiva
factura de electricidad. Se trató de todo, del porqué de la vida, se
trató de cada acontecimiento y cada precioso momento en la relación.
La respuesta al misterio de la existencia es el amor que compartiste, a
veces tan imperfectamente, y cuando la pérdida te despierta a su
belleza más profunda, a su santidad, no puedes ponerte de pie por mucho
tiempo, caes de rodillas, no por el peso de la pérdida, sino de gratitud
por todo lo que hubo antes de la pérdida. Y el dolor siempre está ahí,
pero un día, el vacío desaparece, porque alimentar el vacío, consolarse
en él, es faltarle el respeto al regalo que es la vida.”
Dean Koontz, 'Odd Hours'
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