La cooperación es la fuerza creadora de la evolución. Los seres humanos necesitan cooperación para construir niveles de organización cada vez más complejos. También está en el corazón del logro sin precedentes de la humanidad; Permite a la sociedad implementar cosas que una persona sola no podría.
Desde un punto de vista egoísta, actuar como un “polizón” (lograr los objetivos propios basándose en los esfuerzos de los demás y al mismo tiempo aportar el mínimo) puede parecer la estrategia más atractiva. Sin embargo, muchos estudios muestran que es mejor, para uno mismo y para los demás, confiar el uno en el otro y cooperar. Además, existe una satisfacción inherente al trabajar juntos para lograr un objetivo común.
Los beneficios de la cooperación
En comunidades y pueblos más pequeños, cuanto más cooperan las personas, más prósperos se vuelven y más probabilidades tienen de que sus hijos sobrevivan. Por eso, con el tiempo, nuestra herencia genética nos ha orientado hacia la cooperación.
En una sociedad altamente competitiva los individuos desconfían unos de otros, se preocupan por su seguridad y buscan constantemente promover sus propios intereses y rango social. A la inversa, en una sociedad cooperativa, las personas confían mutuamente y están dispuestas a dedicar tiempo y recursos a los demás, manteniendo así relaciones armoniosas a través del ciclo virtuoso de solidaridad y reciprocidad.
Condiciones que permiten la cooperación
Martin Nowak, un especialista en evolución en la Universidad de Harvard, describe cinco factores que conducen a la cooperación. El primero es la repetición regular de los servicios recíprocos. La segunda es la importancia de la reputación dentro de una comunidad, ya que aquellos que cooperan voluntariamente son apreciados por todos. El tercero es la estructura de las redes sociales, que puede facilitar la cooperación en las comunidades. El cuarto es la influencia de los lazos familiares, que alienta a las personas relacionadas a cooperar más. Finalmente, el quinto factor se refiere al éxito de la cooperación y su impacto en la selección natural, como se mencionó anteriormente.
Durante generaciones, las personas han tejido una red de reciprocidad y cooperación en pueblos, ciudades, estados y ahora el mundo. Con la conectividad de las redes globales, la información y el conocimiento pueden extenderse por todo el planeta en unos pocos segundos. Cualquier pensamiento positivo, innovación productiva o solución se puede compartir y utilizar en todo el mundo.
El altruismo es nuestro futuro
En nuestra época, nos enfrentamos a muchos desafíos. Debemos reconciliar las necesidades económicas con el respeto por el medio ambiente, la consideración mutua y la búsqueda de la felicidad. Los problemas no pueden resolverse solo con el individualismo, y el altruismo se vuelve necesario como un hilo común que nos permite conectar de forma natural las tres escalas de tiempo, a corto, medio y largo plazo, mediante la armonización de sus requisitos.
Los requisitos a corto plazo se refieren a la economía y las inversiones que hacemos. A mediano plazo se preocupa por la calidad de vida: ¿por qué debemos ser ricos si no estamos satisfechos? Y, por último, surgen retos a largo plazo. Ahora somos 7 mil millones de personas en la Tierra, lo que nos convierte en los actores clave en lo que será de las generaciones futuras y, más aún, de la biosfera.
El único concepto que combina esos tres niveles es el altruismo. Pensar más en los demás nos lleva a una economía solidaria, que sirve a la sociedad y no al revés. Esto nos permite aliviar las injusticias y desigualdades sociales, así como preservar las funciones ecológicas.
El altruismo y la cooperación desempeñan un papel crucial en la mayoría de los aspectos de nuestras vidas y nos permiten enfrentar las crisis que enfrentamos. Ahora más que nunca, necesitamos cooperar a escala global.
Tú también puedes participar uniéndote al movimiento #AltruismInAction liderado por Karuna-Shechen, la organización sin ánimo de lucro que fundé en 2000.
Matthieu Ricard
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