Pensando en esto, me encontré con una cita muy apropiada de Tom DeMarco y Timothy Lister, ingenieros de software, consultores y co-autores de Peopleware: Proyectos Productivos y equipos. Ellos notaron que: «Hay un millón de maneras de desperdiciar un día de trabajo, pero ni una sola para lograr que un día regrese».
Lo que dicen es cierto. El tiempo avanza sin detenerse, y cuando un minuto, una hora o un día ha pasado, no es posible recuperarlo. Es parecido a tratar de rellenar el tubo de pasta de dientes, después de haberlo exprimido. Quizá nuestra naturaleza quisiera presionar el botón de «pausa» al final de un año exigente y de mucho trabajo, habiendo trabajado duro y sintiendo que nos merecemos la oportunidad de recuperar el aliento. Al mismo tiempo, las oportunidades que se presentaran en estas últimas semanas del año desaparecerían después del año nuevo.
Así que nos enfrentamos con la necesidad de equilibrarnos. Celebramos el hecho de que hemos sobrevivido un año más, con sus éxitos, fracasos y desafíos. Pero también reconocemos que hay trabajo por hacer. Como dice el dicho latino: «Tempus fugit»… El tiempo vuela.
La Biblia habla de la importancia de vernos como administradores del tiempo y de aprovechar las oportunidades que se nos presentan. Por ejemplo, en la carta a los Efesios, se nos habla de estar «…aprovechando bien el tiempo (sacando el máximo provecho de cada oportunidad), porque los días son malos» [5:16]. Este pasaje nos motiva y exhorta a ser prudentes en la forma en cómo invertimos nuestro tiempo cada día, no despilfarrarlo tontamente en actividades vacías, sin sentido o que no sean rentables.
Para aquellos que profesan ser seguidores de Jesucristo en su trabajo, Colosenses 4:5 dice que debemos usar la «…inteligencia para tratar como se debe a todos. Aprovechen bien cada oportunidad que tengan». Una traducción diferente también nos dice que debemos de «Aprovechar al máximo cada oportunidad…». Creo que esto es especialmente importante en medio de la temporada de Navidad, cuando el énfasis parece ser cualquier cosa, excepto en la verdadera razón, que es celebrar el nacimiento de Jesús.
Con toda esta frenética actividad que rodea al cierre de los calendarios empresariales, finalizando proyectos y cerrando ventas, durante el tiempo de planear fiestas y comprar regalos, ¿estaremos sirviendo eficazmente como «embajadores de Cristo en el trabajo»? ¿Es la presencia y el poder de Jesucristo lo que se muestra en nosotros a pesar de las tensiones y presiones de esta época del año? Hablar y actuar con sabiduría. En esta época del año podría ser el momento ideal para exponer y explicar lo que significa nuestra fe para todos —y lo que podría significar para los demás.
Robert J. Tamasy
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