Son tiempos difíciles. La bonanza económica de antes de 2008 ha hecho lugar para una crisis económica profunda que nos ha afectado a nivel personal y social. Casi todos nos hemos tenido que adaptar a la nueva situación con ajustes y cambios en nuestra vida diaria.
Ahora convivimos con la palabra “crisis” a diario. Es imposible que pasa un día sin que te encuentras con la palabra “crisis” en su sentido negativa en la televisión, en los periódicos, en Internet o en las conversaciones con tu familia o con tus amigos.
El lado positivo de la “crisis”
La crisis requiere que revisamos nuestra situación y que volvemos a estar con los dos pies en el suelo. Hace que empezamos a valorar mucho más lo que tenemos. Una crisis nos obliga ser mucho más consciente de las elecciones que hacemos. Además, las crisis representan un cambio que podría representar una oportunidad si se le sabe aprovechar. ¿Sabías que en Chino la palabra crisis tiene el doble significado de “peligro” y “oportunidad”?
Para salir de una crisis, nos deberíamos plantear las siguientes preguntas:
¿Dónde estoy?
¿Cómo he llegado aquí?
¿Hacia donde quiero dirigirme?
¿Qué pasos debo seguir para llegar hacia la nueva situación deseada?
Si logras responder a estas cuatro preguntas, tienes el plan de ataque no solamente para salir de la crisis, sino para empezar un nuevo ciclo con energia renovada y los objetivos más claros que nunca.
La siguiente leyenda (de raíz hinduísta) nos enseña que una crisis por muy duro que parece siempre pasará. Mantén la esperanza, haz tu trabajo lo mejor que puedes, responde a las preguntas útiles y no te rindas.
Parábola de los dos ratones
Dos ratones cayeron dentro de un jarro que estaba lleno de leche.
Al ser el borde del jarro demasiado alto, quedaron atrapados en el recipiente y no les quedaba otra opción que nadar frenéticamente para evitar que se hundieron. Llevaban nadando más de dos horas cuando uno de los dos perdió toda esperanza y abandonó la lucha. Dejo de nadar y se ahogó.
El otro ratón estaba también muy cansado, pero decidió seguir luchando hasta el límite de sus fuerzas. Nadó y nadó sin descanso. Cuando ya no le quedaba fuerza alguna de repente la leche se convirtió en mantequilla y el ratoncillo, apoyándose sobre esta materia más sólida, pudo saltar por encima del borde y escapó.
Joost Scharrenberg
Tomado de sloyu.com
Cuento aportado por contarcuentos.com
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