Cuando veas una planta hermosa, déjate sentir su encanto, y agradece a Dios su existencia.
Cuando veas un amanecer o una puesta de sol, déjate envolver en su majestuosidad, que se extiende por todo el cielo. Observa cómo se despliega la más prodigiosa combinación de colores: cada amanecer es único, cada atardecer, irrepetible. Agradece a Dios la existencia del sol. Comprende que cada uno de tus días es igual de incomparable e igual de celestial.
Cuando mires las estrellas y la luna en el cielo nocturno, déjate colmar de sentimientos tiernos, y agradece a Dios su existencia.
Cuando recibas cumplidos de los demás, deja que conforten tu corazón, y agradece a Dios esa manifestación de gracia.
Cuando estés afligido por problemas y calamidades inesperados, también agradece a Dios su existencia. Ten la certeza de que Él te protegerá y que quiere que obtengas de ellos una o dos lecciones. Eso es cantar la gloria de Dios.
Cuando esperas que las personas hagan algo por ti y no cumplen con tus expectativas, tenles buenos sentimientos de todas maneras. No cambies tu buena opinión de ellas. Eso es cantar la gloria de Dios.
Cuando nada parezca marchar como tú quieres, sigue manteniendo tu compostura interna, tu deleite interno, y ofrece tu gratitud a Dios. Tal vez Dios quiere que sea de alguna otra manera. Eso es cantar la gloria de Dios.
Swami Chidvilasananda
(Entusiasmo)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario