Es tan fuerte la crisis que nos arroya, nos deprime y nos desmotivamos como nunca. Aunque frente a nosotros esté la salida o la solución, sentimos que no podemos dar un paso. No tenemos fuerzas.
Uno pensaría que podría agarrarse de lo bueno que tiene, pero en ocasiones ni siquiera tenemos la capacidad de disfrutar "lo bueno".
La vida se siente muy pesada. Los demás nos observan y se preocupan porque no saben qué hacer para que nos sintamos mejor. Incluso, algunos hasta se enojan porque nos sentimos mal. Nos regañan o nos dan consejos desesperados que se sienten como cachetadas y nunca como medicina que alivia.
Nuestros días terminan y nos vamos a dormir con un profundo dolor. Los que somos religiosos oramos para que todo mejore. Los que no lo somos dudamos, nos perdemos en un limbo de incertidumbre y deseamos que las cosas cambien pronto. Incluso, el sufrimiento persistente a veces convierte a los creyentes en ateos y a los agnósticos en creyentes. Ante la desesperación, actuamos de las formas más extrañas.
Y entonces vienen las preguntas: ¿Cómo le haces cuando las oraciones no resultan? ¿Qué haces para salirte del hoyo? ¿Qué hago para poder estar bien ya?
Yo lo que hago es: 1) Pienso en mí, 2) lloro lo que tengo que llorar, 3) me valoro y luego 4) comienzo a quererme.
Nada como el amor propio para dejar de sabotearse uno mismo. Para cultivar amor propio haz lo siguiente:
- Deja de saborear la depresión y el drama. Aunque en verdad haya sucesos desafortunados, no vale la pena magnificarlos.
- Atiende tus necesidades básicas (come, báñate, descansa o llora si es necesario).
- Actúa: busca el trabajo que quieres, manda el currículum, busca al ser querido y admite tus fallas, deja de postergar el trabajo, ve al médico, vuélvete una solución y no un obstáculo para ti o los demás, marca límites, recupera tu dignidad.
- Pide ayuda, pide ayuda, pide ayuda, pide ayuda...
- Lucha, lucha un poco más y luego lucha más.
- Incorpora la meditación en tu vida así como incorporaste el hábito de bañarte todos los días. La mente y corazón necesitan higiene diaria.
Alejandro Serrano
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