Todo lo que deseamos se nos prende y así creemos que lo necesitamos.
Cuanto más lo aferramos, más nos duele, cuanto más lo sufrimos, más deseamos.
Así atrapamos lo que más queremos, y en ello nos quedamos atrapados, así nos demoramos, nos perdemos, y de amarlo en verdad nos separamos.
Para romper tal círculo vicioso, debemos desligarnos gradualmente, así estará por siempre con nosotros, y esa unión nunca más podrá romperse.
Tendremos que aprender a amarlo todo, como una parte más de nuestra vida, no en lo que pueda ser para nosotros desde el afecto falso y egoísta.
No amamos aquello que queremos, no deseamos su bien en realidad.
Amar es liberar lo que tenemos, dándole todo sin necesidad.
El sufrimiento viene del apego, y el apego de no saber amar.
Sólo Dios nos libera de este juego.
¡Sólo el Amor nos deja en libertad!
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