Meditar consiste en rebajar la cantidad e intensidad de tus pensamientos para que la mente no dirija tu día a día sino que se convierta en un instrumento para conseguir aquello que te propones.
Hay muchos modos de meditar, los más conocidos –o reconocidos- relacionados con prácticas budistas, zen o taoístas; sin embargo cualquier actividad que consiga el propósito de aquietar la mente puede ser una práctica meditativa.
Individualmente o en grupo, en silencio o guiados por la música, todas las maneras son buenas si nos son útiles. A menudo elegimos prácticas físicas y repetitivas que requieren poca actividad intelectual y un grado elevado de concentración, pues solamente mediante la concentración en un objetivo fuera de nuestra mente conseguimos dejar de alimentarla, generando un menor número de pensamientos y menos elaborados.
Estas son algunas de las prácticas meditativas más comunes, seguro que practicas o has practicado alguna de ellas:
Ejercicio físico:
Tai chi, yoga, danza, las artes marciales pero también correr o la esgrima te hacen concentrar plenamente en el movimiento; cuando dejas de moverte y “piensas” en cómo lo haces sueles perder el paso o el punto.
Manualidades:
Ganchillo, punto, costura… coser y contar van de la mano, si te distraes de la secuencia numérica, saltas los puntos y la labor queda incompleta.
Música:
Mientras tocamos un instrumento o cantamos estamos pendientes del ritmo, no hay espacio para nada más si queremos interpretar la pieza con todas sus notas.
Arte:
Pintar, dibujar, esculpir, modelar… concentrarnos en la forma y el color es indispensable para crear. ¿Sabías que en muchas escuelas para concentrarse en la siguiente clase los niños pintan mandalas?
Naturaleza:
Cuidar el huerto o el jardín, recolectar frutos en el bosque, observar pájaros, insectos o flores… la atención se dirige a otros seres vivos, donde la intuición es más útil que el intelecto.
Si tienes poco tiempo para dedicar a la meditación, aprovecha las ocasiones que te trae el día para poner atención plena en pequeñas tareas domésticas o profesionales: lavar los platos, cortar las verduras para la cena o barrer pueden convertirse en pequeños espacios meditativos si te concentras en lo que haces y evitas realizar otras tareas simultáneamente.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario